jueves, 21 de marzo de 2013

Capítulo 37

Villa Pehuenia. Los piñones



Ayer en Villa Pehuenia hicimos un hermoso paseo a una zona recuperada por los Mapuches, donde había bosques de Pehuenes. Un Botánico que encontramos nos explicó que algunos de estos hermosos ejemplares de Pehuenes tienen  800 y hasta 1000 años de antigüedad.


El lugar se caracteriza por tener grandes bosques con estos ejemplares. Los piñones del Pehuén, son utilizados por  los mapuches y  demás habitantes de la zona como un importante alimento.




Los mapuches veneraron desde siempre, al árbol de su tierra: "LA ARAUCARIA"; o como dicen ellos: “El Pehuén". Lo consideraban árbol sagrado, y lo veneraban rezando a sol y sombra, ofreciéndole regalos como: carne, sangre, humo, y hasta conversaban con él. Le confesaban sus malas acciones. No prestaban atención a sus grandes piñas, frutos del tamaño de una cabeza humana, que caían desde lo alto repletas de gruesas semillas. Cuando están crudas, estas pepitas no tienen buen sabor, y los mapuches las dejaban desparramadas por el suelo. Pero ocurrió que en toda la comarca hubo unos años de gran escasez de alimentos y pasaban mucha hambre, muriendo especialmente niños y ancianos. En consecuencia, los sabios de las tribus encargaron a los jóvenes que buscaran nuevos comestibles. Bulbos de lirios y otras flores, hayas, pastos tiernos, granos de cereales silvestres, y carne de animales salvajes. Casi todos volvieron hambrientos y con las manos vacías. Parecía que DIOS, el grande del cielo no escuchaba las plegarias de su gente...Sólo uno de los jóvenes regresó con algo "nuevo”.
Contó que en el camino  había sido detenido por un anciano desconocido quién le  enseñó,  las propiedades del árbol sagrado del pueblo mapuche.



Le explicó que las piñas del "Pehuen" se abren cuando las semillas están maduras. Luego le dijo que debían hervirlas hasta que se ablandaran; con mucha agua, o bien tostarlas al fuego. Y como el "pehuen" brinda sus semillas, solo en el verano, debían juntarlas al final de esa estación y enterrar durante el invierno las que no consumieran, para preservarlas de la helada. El viejo le había explicado que cuando los piñones estaban aún frescos, se preparan como puré, en humita. Ya secos,  sirven para hacer chichota (locro).También pueden comerlos como polenta y mezclados con otras harinas, en forma de tortas fritas. El joven mapuche, llenó su manto con las semillas grandes que cubrían la ladera, y las llevó al más sabio de la tribu. Este, confirmó que quién había hablado era el “Gran Maestro Chau".
Todos salieron a buscar más piñones (que en el verano tapizan las laderas de las montañas). Los pusieron a hervir y a tostar. Hicieron un gran festín y desde entonces, los mapuches no padecieron más penurias.  Toda la gente piñonea, en busca del preciado alimento que le brinda el "pehuén". Por eso los mapuches, cuando rezan al salir el sol, tienen siempre en la mano, sobre la palma limpia y abierta, una ramita de "pehuén” o un puñadito de piñones, para decir:

A TI debemos nuestra vida y te rogamos.
A TI el Grande, a TI nuestro padre.
Que no dejes morir a los "pehuenes".
Deben propagarse como se
propagan nuestros descendientes,
cuya vida te pertenece,
como te pertenecen los
ÁRBOLES SAGRADOS.

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